Castillo en el desierto

Castillo en el desierto

domingo, 13 de marzo de 2016

Apuntes sobre el Concordato entre la Santa Sede y el III Reich. Pacelli, Von Galen y Von Faulhaber. I. Introducción

Mucho se ha escrito sobre casi cualquier tema y por casi cualquier persona. Vivimos en la era del opinionismo (en grado agudo) y la democratización de las comunicaciones. Basta saber escribir (aún con horrores ortográficos y gramaticales) o hablar (aunque se tartamudee, o se abuse de muletillas) y contar con un espacio (sobre todo el virtual) para desplegar desde simples opiniones surgidas de impresiones superficiales y sin revisarlas con mayor profundidad, hasta verdaderos análisis ponderados, fundamentados y hasta académicos, pasando por discursos o mensajes cortos pero expresados con gran contundencia y suficiencia intelectual (o con apariencia de ello). 

Personalmente, no estoy en contra del compartimiento de opiniones o saberes a gran escala, como si por masivo fuera malo. Ni siquiera considero que los medios deberían ser usados solo por personas con mayores cualidades intelectuales o discursivas, pues lo que se comunica es variado, tanto temática como cualitativamente hablando. Pero lo que sí sostengo, es que ante esta tendencia de estar opinando todos de todo, al menos intentemos guardar conciencia de que entre más relevantes sean los contenidos que presentemos y con mayor razón, si tratan sobre cuestiones que tocan nuestras identidades, más cautos y responsables debemos ser a la hora de afirmar, definir o criticar tales contenidos.

Convengamos en que existen temáticas controversiales, sea por su misma naturaleza, sea porque despiertan variadas pasiones y aprehensiones entre distintas personas y grupos, sea porque se ligan a la historia, y por tanto, a la validación, publicidad o refutación de fuentes y hechos, así como de interpretaciones sobre los mismos.  Una vez que se tiene conciencia de la complejidad en abordar un tema en particular, me parece necesario evitar perder cierto grado de distanciamiento respecto a lo que estudiamos o de lo que hablamos, en el sentido de no pretender que su realidad se amolde a nuestras ideas, sino al revés, que nosotros mismos tratemos de que lo que sostenemos corresponda a la realidad misma. Por ello, aunque admisible, dependiendo de nuestra intención mediática, público y tipo de mensaje, el uso de la aseveración categórica o de la nulificación de argumentos en contra por tan solo vía de negación sin previa argumentación, así como el uso retórico del desdén, el desprecio y otros aspectos negativos de personajes históricos, con la agravante que son caros a nuestro público y supuestamente a nosotros mismos, no son recursos que contribuyan ni al fondo  ni a la forma de nuestro discurso.

Partiendo, además, de la conciencia de que ante un tema controversial o que demanda estudio serio, no podemos sino dar aportes limitados y revisables, podríamos así evitar adoptar actitudes impropias y sesgadas que pudieran incluso restarle verosimilitud a lo que expresamos, por más que fuera verdadero y verificable lo que sostenemos. 

Dicho lo anterior, daremos comienzo a la presentación del tema que nos ocupa: el Concordato entre la Santa Sede y el III Reich, que  los que medianamente lo conocen, comprenderán su complejidad. Este árticulo, precisamente, en consonancia con su título, tan solo brindará apuntes, basados en la obra "Un obispo contra Hitler", de Stefania Falasca, libro al que remitiremos constantemente al lector y del que haremos algunas citas que consideramos ilustrativas al caso que nos ocupa. No se espere, por tanto, un ensayo logrado sobre el tema, ni tampoco un artículo donde se ventilen las diferentes posiciones y fuentes importantes contrastadas, lo que desde un punto de vista académico, es de rigor si se pretende elaborar una investigación histórica. Tan solo, utilizo la obra mencionada como base para tocar algunos aspectos y personajes, utilizando lo expuesto apenas como referencia y puerta de entrada para ulteriores estudios, a quienes les interese. 
Asimismo, espero que con lo citado, pueda brindarse una aproximación tanto al contexto histórico que sirve de marco al Concordato, como hacia las figuras de los jerarcas católicos Pacelli, Von Galen y Von Faulhaber, que, a mi juicio particular, han recibido críticas duras que demuestran una falta de conocimiento del protagonismo activo de estos prelados, así como falta de comprensión de los avatares socio-históricos que les sirvieron de escenario. 
Visibilizadas estas limitaciones y objetivos, empezaré a desarrollar el tema en una siguiente entrega. 

Roberto López-Geissmann h.

Bibliografía:
-Falasca, Stefania. (2008). Un obispo contra Hitler. El beato Von Galen y la resistencia al nazismo. 1ª Ed. Madrid.:Ediciones Palabra, S.A.


viernes, 11 de septiembre de 2015

Catecismo Progre-liberal (Sátira). Parte I: Presentación y Credo

Presentación:
Tras las conquistas que hemos logrado en el campo de la cultura y la evolución del ser humano, empezando con el Humanismo y el Renacimiento, que volvieron a poner al Hombre en el centro del Universo, y los puntos de inflexión histórica que representaron las Revoluciones Rusa y Francesa, constatamos con profunda tristeza que la intolerancia y oscurantismo todavía persisten en mantener adormecidas y en la ignorancia a millones de personas...¡en pleno siglo XXI!

Constatamos con asombro pasmoso e indignación que nos cala hasta el alma (excúsennos esta palabra, pero es para que se nos entienda), que ante la movilización intrépida de la vanguardia de ideas, esfuerzos y actitudes que buscan la consolidación de un futuro orientado por la pluralidad, la tolerancia, el progreso, la libertad, la igualdad y la fraternidad entre todos y todas,  todavía existen elementos indeseables sumidos en la ceguera de su estrechez mental, asidos férreamente, mejor dicho, neciamente, a valores y principios totalmente obsoletos, a pensamientos más propios de cavernícolas que de personas civilizadas. Parece que todos menos ellos se han dado cuenta que su ideología no es otra cosa que una fantasía salida de una cabeza febril, de una psiquis paranoica y timorata, de un idealismo alienante. Nos referimos a esos que se hacen llamar católicos "tradicionalistas", monárquicos, terceristas, nacionalistas, y que para nosotros no tienen en realidad otro nombre que "fachos",  así como a los que a su zaga, pretenden emularlos en el mismo camino de cabezadurismo, ridiculez y deformación intelectual.

domingo, 9 de agosto de 2015

Muerte de Dios: muerte del hombre. Culturas indígenas engañadas.

"Tras la muerte de Dios proclamada por Nietzche (1844-1900), el occidental, cosechando los frutos de la negación, vive ahora la muerte del hombre. Para encubrir la desesperación, la posmodernidad celebra, de modo lúdico, el caos, la libre elección arbitraria, la diversidad, lo irracional y lo soñado.

sábado, 13 de junio de 2015

Jean Raspail: visionario del actual problema de la inmigración masiva descontrolada

No hay nada más estremecedor que la crudeza de la realidad, cuando en ella se viven las escenas que en la narrativa dramática o trágica apenas parecen restringirse al campo de la imaginación literaria o a hipérboles oscuras y pesimistas de la posibilidad  de futuros cercanos con presagio de caos. 

Este es el caso de la obra "El campamento de los santos" o "El desembarco" (en ediciones más recientes) del escritor y explorador francés Jean Raspail, publicada en 1973.

martes, 2 de junio de 2015

Ante el ocaso de occidente: una trinchera, un castillo....

El ser humano, en el devenir de la historia, ha ido construyendo una serie de instituciones y civilizaciones, pletóricas de diversidad de formas, contenidos, antigüedad y extensión. Algunas, han sido universales que se desprenden del ser mismo del hombre que necesariamente busca su propia conservación, no solo individual, sino social, colectiva. Otras, son muestra de una reflexión más original, contextual, de algunas comunidades y sociedades. La producción y conservación de las características básicas que conforman la identidad (o identidades) de los pueblos, ha perfilado a través del tiempo y del espacio, cierta "subjetivación" societal, a la que se la percibe con cualidades y defectos más propios de entes individuales, con personalidad.

Pero, ni la identidad ni la historia, son estáticas. Cada civilización sufrió transformaciones, tanto a nivel general, como  en ya subproductos de la misma. Pónganse el ejemplo en el que nos centraremos: la civilización occidental. Conjunto influenciado por la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana, entre sus elementos más importantes, sin obviar la existencia de otros, en distintos ámbitos, como el germánico. De esta amalgama, que en su forma más madura conformó a la realidad político- socio- religiosa de la CRISTIANDAD, surgieron diversas sociedades con mayor especificidad, de acuerdo a características de su contexto espacial, lengua, intercambiso comerciales, migraciones e idiosincrasias de sus gentes, que en buena medida, se aparcelaron en naciones, que pese a sus diferencias reales y algunas muy marcadas, se sabían parte de un conjunto superior, con una cohesión cosmovisiva y una serie de experiencias y narrativas de la vida, de lo cotidiano, de lo sagrado, que conservaban en común. 

El surgimiento de nuevas ideas y paradigmas, así como el debilitamiento y decadencia en las instituciones antiguas, entre otros factores, fueron gestando cambios sustanciales en la civilización occidental.