Castillo en el desierto

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jueves, 29 de diciembre de 2016

Edad Media: ¿tierra plana?

A veces nos topamos con situaciones inesperadas pero con feliz término. Encontramos cuestiones que no estábamos buscando, pero que sorpresivamente nos saltan a la vista mientras hacemos otra cosa. Para el caso, yo sabía que Sto. Tomás escribió sobre la tierra...¡redonda!, pero no recordaba dónde. Ahora, gracias a un estimado amigo que me compartió un enlace de la  Parte Primera, Cuestión Primera de la Suma Teológica, logré ubicarlo.

Como sabrán, la oficialidad académica nos enseña que los Medievales creían que la tierra era plana y que en sus límites habían monstruos que devorarían a los marinos que se atrevieran a pasar por esos linderos. ¡Oscurantismo al mil por ciento! Sin embargo, como otros tantos temas históricos, personalmente no me extrañaría que un sano y científicamente bien elaborado revisionismo histórico pudiera arrojarnos a la luz una versión un tanto distinta.

No pretendo aportar una investigación si quiera del tema, sino apenas unas consideraciones.

Parto de una pregunta: en caso de que realmente los antiguos y medievales hayan creído en una tierra plana, ¿se trató de una opinión o pseudociencia establecida que representaba una creencia popular, la noción común de las élites intelectuales de ese entonces? No tengo la respuesta. Solo puedo decir que al menos uno de los más grandes intelectuales medievales y de todos los tiempos, Sto. Tomás de Aquino, enseñaba que la tierra era redonda. Cito: “ A diversos modos de conocer, diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el astrónomo como el físico pueden concluir que la tierra es redonda. Pero mientras el astrónomo lo deduce por algo abstracto, la matemática, el físico lo hace por algo concreto, la materia. De ahí que nada impida que unas mismas cosas entren dentro del campo de las materias filosóficas siendo conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiempo, dentro del campo de otra ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la revelación divina. De donde se deduce que la teología que estudia la doctrina sagrada, por su género es distinta de la teología que figura como parte de la filosofía” (Suma Teológica, I, q. 1, a. 1, ad 2). En esta cuestión, el Aquinate habla de los distintos tipos de conocimiento que aportan la ciencia y la fe, y en la cita el ejemplo de cómo, precisamente, puede conocerse la redondez de la tierra, a través de distintas materias o estudios científicos.

Cabe preguntarse: ¿esta asunción de la redondez de la tierra era apenas algo sostenido por Sto. Tomás? ¿Por él y otros pocos? ¿Tuvo alguna réplica o “burla” de los intelectuales de la época? Ignoro que la Iglesia o famosos intelectuales contemporáneos le hayan refutado y mucho menos condenado esta afirmación. Y si existe algo en este sentido, agradecería me proporcionaran fuentes que lo certifiquen. Como primera conclusión, creo que puede afirmarse mínimamente, que algunos intelectuales sí sostenían que la tierra era redonda y no fue un descubrimiento renacentista ni de la modernidad. Incluso, poniendo atención a la cita, Sto. Tomás pareciera presentar este hecho como algo corriente, no como materia de controversia.

Otra consideración, que no brinda nada concluyente, pero sí al menos, mueve a reflexión, es el hecho de que tanto en figuras literarias de la Biblia como en la iconografía cristiana, se representa al mundo como “orbe”, orbis terrarum. Los Salmos cantan las glorias de Dios “que llena el orbe de la tierra” y esta imagen se repite con cierta frecuencia tanto en este libro como en otros de las Sagradas Escrituras. Y respecto a la iconografía cristiana, baste poner un ejemplo, para nada único, pero sí emblemático: el Cristo, bendiciendo con su mano derecha y sosteniendo el “globo terráqueo” en la izquierda. Imagen muy corriente tanto en pinturas, como en mosaicos occidentales e íconos bizantinos, durante toda la Edad Media. ¿Por qué esta representación de la tierra de forma redonda? ¿Tiene un fundamento ajeno a la realidad física del mundo? En todo caso, desconozco que fuera objeto de reprobación. Por el contrario, resultaba algo común.

Como conclusión, estos detalles y otros más que podrían adjuntarse, me dan pie a preguntarme si un estudio serio más exhaustivo podría realmente arrojarnos matices diferentes de la manera de ver cómo en verdad los estudiosos medievales concebían al planeta tierra en su geometría.