jueves, 29 de diciembre de 2016

Edad Media: ¿tierra plana?

A veces nos topamos con situaciones inesperadas pero con feliz término. Encontramos cuestiones que no estábamos buscando, pero que sorpresivamente nos saltan a la vista mientras hacemos otra cosa. Para el caso, yo sabía que Sto. Tomás escribió sobre la tierra...¡redonda!, pero no recordaba dónde. Ahora, gracias a un estimado amigo que me compartió un enlace de la  Parte Primera, Cuestión Primera de la Suma Teológica, logré ubicarlo.

Como sabrán, la oficialidad académica nos enseña que los Medievales creían que la tierra era plana y que en sus límites habían monstruos que devorarían a los marinos que se atrevieran a pasar por esos linderos. ¡Oscurantismo al mil por ciento! Sin embargo, como otros tantos temas históricos, personalmente no me extrañaría que un sano y científicamente bien elaborado revisionismo histórico pudiera arrojarnos a la luz una versión un tanto distinta.

No pretendo aportar una investigación si quiera del tema, sino apenas unas consideraciones.

Parto de una pregunta: en caso de que realmente los antiguos y medievales hayan creído en una tierra plana, ¿se trató de una opinión o pseudociencia establecida que representaba una creencia popular, la noción común de las élites intelectuales de ese entonces? No tengo la respuesta. Solo puedo decir que al menos uno de los más grandes intelectuales medievales y de todos los tiempos, Sto. Tomás de Aquino, enseñaba que la tierra era redonda. Cito: “ A diversos modos de conocer, diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el astrónomo como el físico pueden concluir que la tierra es redonda. Pero mientras el astrónomo lo deduce por algo abstracto, la matemática, el físico lo hace por algo concreto, la materia. De ahí que nada impida que unas mismas cosas entren dentro del campo de las materias filosóficas siendo conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiempo, dentro del campo de otra ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la revelación divina. De donde se deduce que la teología que estudia la doctrina sagrada, por su género es distinta de la teología que figura como parte de la filosofía” (Suma Teológica, I, q. 1, a. 1, ad 2). En esta cuestión, el Aquinate habla de los distintos tipos de conocimiento que aportan la ciencia y la fe, y en la cita el ejemplo de cómo, precisamente, puede conocerse la redondez de la tierra, a través de distintas materias o estudios científicos.

Cabe preguntarse: ¿esta asunción de la redondez de la tierra era apenas algo sostenido por Sto. Tomás? ¿Por él y otros pocos? ¿Tuvo alguna réplica o “burla” de los intelectuales de la época? Ignoro que la Iglesia o famosos intelectuales contemporáneos le hayan refutado y mucho menos condenado esta afirmación. Y si existe algo en este sentido, agradecería me proporcionaran fuentes que lo certifiquen. Como primera conclusión, creo que puede afirmarse mínimamente, que algunos intelectuales sí sostenían que la tierra era redonda y no fue un descubrimiento renacentista ni de la modernidad. Incluso, poniendo atención a la cita, Sto. Tomás pareciera presentar este hecho como algo corriente, no como materia de controversia.

Otra consideración, que no brinda nada concluyente, pero sí al menos, mueve a reflexión, es el hecho de que tanto en figuras literarias de la Biblia como en la iconografía cristiana, se representa al mundo como “orbe”, orbis terrarum. Los Salmos cantan las glorias de Dios “que llena el orbe de la tierra” y esta imagen se repite con cierta frecuencia tanto en este libro como en otros de las Sagradas Escrituras. Y respecto a la iconografía cristiana, baste poner un ejemplo, para nada único, pero sí emblemático: el Cristo, bendiciendo con su mano derecha y sosteniendo el “globo terráqueo” en la izquierda. Imagen muy corriente tanto en pinturas, como en mosaicos occidentales e íconos bizantinos, durante toda la Edad Media. ¿Por qué esta representación de la tierra de forma redonda? ¿Tiene un fundamento ajeno a la realidad física del mundo? En todo caso, desconozco que fuera objeto de reprobación. Por el contrario, resultaba algo común.

Como conclusión, estos detalles y otros más que podrían adjuntarse, me dan pie a preguntarme si un estudio serio más exhaustivo podría realmente arrojarnos matices diferentes de la manera de ver cómo en verdad los estudiosos medievales concebían al planeta tierra en su geometría.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Identidades, sí. Identitarismo blanco, ¿no? Las contradicciones de la legitimación conceptual y axiológica en la democracia liberal

El pasado sábado 19 de noviembre, se realizó la Conferencia Anual del  National Policy Institute (Instituto de Política Nacional) en el Edificio Ronald Reagan en Washington D.C.  En la página de entrada de su sitio web, este Instituto se define así mismo como: "una organización independiente dedicada a la herencia, identidad y futuro de gente de descendencia europea en los Estados Unidos y alrededor del mundo. Fue fundado en 2005 por William Regnery y Samuel T. Francis , en conjunto con Louis R. Andrews. Es anfitrión regular de eventos públicos y conferencias; publicamos libros, periódicos, ensayos y blogs; producimos vídeos y archivos de sonido-todo dedicado al resurgimiento y florecimiento de nuestro pueblo". (Visitar su sitio oficial pulsando aquí. )

Se dieron cita personalidades reconocidas dentro de su círculo ideológico de derecha alternativa o identitaria, como Jared Taylor, Kevin MacDonald, Millennial Woes, Peter Brimelow,  Richard Spencer, Jason Reza Jorjani, Bill Regnery y Sam Dickson. En el evento, que duró desde las 10: 00 am  hasta la 01: 45 am (EST)  del siguiente día, se dieron charlas y coloquios sobre temas como historia de los pueblos europeos, identidad blanca, la inmigración masiva y sus efectos, la corrección política y los medios de comunicación, escenarios con la presidencia de Donald Trump, entre otros más.

Se dio, asimismo, espacio para entrevistas, actos culturales, refrigerios y recesos.

Un evento de esta duración, con la cantidad de expositores y temas que tuvo, da mucho para hablar. En favor o en contra, dependiendo desde el prisma ideológico con que se le vea. Sin embargo, llama la atención cómo tantos medios tienden a ocultar con su silencio y falta de cobertura los contenidos desarrollados, para centrarse en gestos o detalles , no desprovistos de significación, pero que tomados aisladamente, por reduccionismo, obvian muchos aspectos que permitirían hacerse con una mejor comprensión de lo que realmente sucede allí.

Véase el caso de esta noticia, http://www.theatlantic.com/politics/archive/2016/11/richard-spencer-speech-npi/508379/, en que el sitio web The Atlantic lo que recoge es que hubieron varios asistentes que saludaron brazo en alto en el momento que Richard Spencer gritó: “Hail Trump, hail our people, hail victory!” ("¡Salve Trump, salve nuestro pueblo, salve victoria!"), replicando lo dicho.

Yo los estuve escuchando y viendo casi en la totalidad de la jornada. No recuerdo haber escuchado discursos de odio, ni llamados a ejercer la violencia contra no blancos. Las charlas fueron dictadas por personas inteligentes, con un lenguaje a veces hasta académico, racional. Pero, de todo esto, nada quedaría si nos atuviéramos a los que muchos medios quieren hacer resaltar, velada o directamente. Tal cual lo presentado en la noticia antes referida, pareciera que se trata de un grupo de nazis, supremacistas blancos, antisemitas (como suelen decir, cuando en realidad lo que critican es un anti-judaísmo específico, pero la semántica les resbala a muchos...). En algunos párrafos, The Atlantic hace algunas alusiones sobre quiénes son ideológicamente, pero estereotipadamente, con sesgo y sin mayor aclaración ni referencia a fuentes que ahonden en ello.

 Si respetamos cómo se autodenominan y definen, son alternative right (derecha alternativa) Véase en inglés lo que es aquí. o identitarian movements (movimientos identitarios) Ver vídeo aquí..  No nazis, no cons, mucho menos neocons, aunque converjan en algunos puntos. Lo que quiero hacer notar es que la distinción ayuda a evitar la confusión y es fácil por vía de simplificación llamar "facho" a todo aquel que defienda en alguna medida su herencia étnica blanca, valores conservadores e identidades europeístas. Con aplicar este cartelito, peyorativamente, parece bastar para negar toda validez a lo que se tenga que decir o sostener. Pero hay grupos que pueden llegar a pelearse entre ellos mismos incluso, que retoman estos aspectos, son diferentes, por matices de ethos y pathos, estilos, papel que juega en ellos lo religioso/espiritual, visión de extensión y poder del Estado, sentido más comunitario o individualista, incorporación o rechazo de medios violentos y discursos de odio, etc.

Los conozco a ellos, es decir, a los de la alt-right (derecha alternativa) y su discurso no es el típico incendiario de extremistas de derechas. Tienen varios de ellos doctorados y gente intelectual, profesional, su perfil no es bajo. Admiten debates públicos y que les cuestionen. Si a priori se les quisiera descalificar en todo su pensamiento o propuestas, es una opción, sin dudas. Pero me parecería llamativo, en la medida que se han mantenido en los límites del sacrosanto pluralismo y el paradigma del sistema.

Me pregunto porqué tras la llamada "Ilustración", la tolerancia (que con algunos se muestra más bien RANCIA), el pluralismo y la demolatría, cuando lo que muchos se atreven a defender no concuerda con los gustos, sentir, agendas ni valores de los defensores de lo políticamente correcto, entonces, ya no es democrático, es inaceptable, no merece siquiera ser debatido y se multiplican actitudes por el estilo, contradiciendo las reglas del juego democrático que se toman con religioso acatamiento y veneración. Hay minorías que valen infinitamente y muchedumbres que no DEBEN contar. El testimonio de medio centenar de algunos llega a ser el foco de atención de los medios estándar pero cientos de miles organizados manifestándose con otras ideas y valores apenas y logran un párrafo, un par de minutos y no sin criticismo, por supuesto. ¿De esta "democracia" estamos hablando?
Tratando de dejar hasta cierto punto nuestra ideología, cosa que no creo del todo posible ni deseable, quisiera apuntar a que existen grandes temas que ameritan ser discutidos por su complejidad y porque tienen repercusiones en la vida práctica. Por ejemplo, una cosa es el fenómeno migratorio, lo más normal que pueda haber en toda la historia. Pero cuando llega al grado de convertirse en migración masiva descontrolada, hay varios factores a tomar en cuenta: económicos, políticos, espaciales/ambientales, demográficos, identitarios, socio-culturales, derechos humanos, etc.

Entre una aproximación reduccionista que se concentra en tan sólo uno o un par de estos puntos, sin tomar en cuenta que otros también importan, y una aproximación idealista, demasiado teoricista, que crea que en corto plazo se puedan atender adecuadamente todos los puntos en cuestión, pienso que nos estamos situando frente a la agrupación colectiva de tendencias bajo ejes diferentes y encontrados. Unos, parecieran preocuparse por segmentos minoritarios vulnerables y su destino. Otros, retoman una preocupación por el futuro de su herencia étnica y su cultura. Decirles a ambas tendencias que están totalmente equivocadas, me parece incorrecto. Lo que me llama  la atención es que mientras el primer grupo suele ser entendido y aceptado con facilidad, a los otros parece que no se les quiere o puede entender, por tratarse de gente blanca y de cultura occidental, conservadora y que quieren defender su herencia. Extraña esta incomprensión con tendencia a condenación,  porque muchos entenderían si se tratara de pueblos de color colonizados por blancos, que quisieran preservar sus etnias y cultura amenazadas de desaparecer o ser transformadas por los "inicuos" occidentales. Hay mucho de doble estándar y prejuicios. Sin olvidar cuestiones de legalidad, fisco, crimen y más, que no se pueden obviar sólo por "humanitarismo" o bonhomía. En conclusión: temas complejos, y no se puede censurar  a priori a quienes desarrollan algunos de los problemas como si sus preocupaciones no tuvieran validez alguna. Mejores políticas más sensatas evitarían que se dieran estos problemas y con ellos, el surgimiento de estos grupos políticamente incorrectos.

La antropología física y la genética tendrán cosas importantes que decir sobre la diversidad humana. No me extenderé en ello. La cuestión es que la ciencia misma debate. Mucho más cuando se trata de ideas y opiniones. Una tesis se adversa con otra. Pero ahora, se demonizan tesis sin con frecuencia escuchar realmente el desarrollo del opositor. Y lo que es peor, se le pretende negar espacio para exponer. Allí hay algo sintomático. Por otra parte, ya en antropología sociocultural, es totalmente susceptible de estudiarse estos temas, y pienso en específico, desde la vertiente de lo identitario, que  no se restringe a lo racial- físico sino  que se expande hacia lo étnico- cultural. Recordemos que independientemente de los juicios de valor que hagamos, existe toda una vivencia, imaginarios, contextos, discursos, estilos, estéticas, valoraciones, experiencias en torno a las identidades, que importan cómo fenómeno. Y que hay que tratar de comprenderlos sin apriorismos.



sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Disidencia conservadora = odio universal? Breves reflexiones sobre Trump, la migración y lo identitario

A ver... Sobre Trump y sus políticas migratorias. Que eso signifique a la fuerza y con conciencia utilizar un “discurso de odio”… ¿Ser disidente de otros pensamientos o idearios implica necesariamente odiar a los contradictores que los sustentan o a las personas que puedan verse afectadas con las políticas a ejecutar como opositor? ¿Es intrínsecamente perverso que un Estado quiera un mejor control migratorio y que sea un tema que les preocupe a sus nacionales por sus repercusiones económicas, políticas e identitarias? ¿No es odio sino mera "catarsis reivindicativa" la de grupos masivos que queman banderas gringas, insultan y golpean a quienes apoyaron a Trump? ¿Rompemos las reglas del juego democrático cuando quienes ganan no son los que nos caen mejor y nos hacemos de la vista gorda cuando los nuestros se muestran pendencieros, montoneros y abusones?

Pésimas políticas que obvian una mejor compresión y aproximación al problema migratorio en USA y Europa, sumado a los malos modelos socio-económicos de los países de donde se migra, han permitido que este problema llegue a unas proporciones cuya complejidad de por sí,  demanda un tratamiento delicado pero lastimosamente no se puede postergar tomar medidas y por tanto, algunas se harán sin la idoneidad que se requeriría para evitar en lo posible afectar tanto a tantas personas. La cuestión es que no me parece correcto reducir la problemática a concentrarla a su dimensión humanitarista. Hay otras también, y sólo el equilibrio de darle atención a todas podría encauzar políticas mejores. No hacerlo así sería utópico, irrealista, sofista y peligroso, al punto de fraguar una potencial desestabilización y guerra Civil interna.
Hay mucho que analizar. Y obviamente, los análisis se hacen desde diferentes presupuestos teórico/ideológicos. Quisiera partir de que no soy indiferente al padecer ni a las necesidades de nuestros hermanos hispanos ni de los migrantes en general. Hay varias causas que provocan la inmigración y en parte, son de corte estructural, por la pobreza (en todos los sentidos) de sus países de origen, falta de seguridad, deseo de superación, etc. Dicho esto, sin embargo, creo que hay que tratar de ser más amplios y ver las cosas en su contexto. Es decir, para el caso, se trata de políticas migratorias de Estados Unidos y me parece natural que velen en primer lugar por sus intereses y secundariamente, por los de otros grupos migratorios. Por otro lado, no es lo mismo migrar legal que ilegalmente.
Es obvio que los ilegales migraron así porque no podían hacerlo legalmente. Pero, debería ser entendible también, que por su ilegalidad, no tiene derecho a estar allí. Eso es algo de fácil comprensión y de aplicación universal, en el tiempo y espacio. Si queremos verlo de otra forma, admitamos que más allá de discusiones legales, pudiera haber por decirlo así una "lucha por la supervivencia y oportunidades", y en las luchas con frecuencia se saltan muchos aspectos legales y a veces hasta éticos, en aras a intereses, sea porque son de orden superior, sea simplemente porque los reivindican con fuerza y activismo. Si esto es así, y le concedemos esa "beligerancia" a los migrantes ilegales, de nuevo, tengamos la apertura para tratar de entender que los nacionales NO TENGAN A LA FUERZA PORQUÉ ACEPTAR ESA SITUACIÓN.

De nuevo, restringirlo todo a una visión humanitarista implica relegar a la marginación otros aspectos TAMBIÉN importantes. No se puede ver como malvado que haya quienes tengan en cuenta la cuestión fiscal y económica PENSANDO EN PRIMER LUGAR en sus nacionales, en su país como conjunto y no en segmentos poblacionales que viven ilegalmente en su nación.
Sobre el aspecto identitario: es un fenómeno que va cobrando auge a pasos acelerados, precisamente, porque una política mundialista migratoria insensata ha permitido no solo la migración que es algo constante, normal, en la historia, sino, LA MIGRACIÓN MASIVA DESCONTROLADA. Y con ello, quiero traer a colación lo de que "Estados Unidos es un país de inmigrantes". Por supuesto. Pero usualmente al mencionarlo, quisieran muchos hacer pensar que Estados Unidos significa la suma de un montón de pueblos con diferentes etnias, tradiciones y lenguas. Lo cual...NO ES VERDAD. Solo relativamente hace unas décadas se ha dado una explosión demográfica con diversidad étnica. Estados Unidos fue construido (y no sin numerosas crueldades y políticas criticables) principalmente por ingleses, holandeses y alemanes. Bajo una visión "libertaria", y cuño protestante-masónico. En un sentido más amplio, Estados Unidos recoge a su manera, mucho de la civilización occidental europea, en sus instituciones, legislación, mentalidad, aunque obviamente, con la impronta filosófico-histórica de la modernidad. Si se fuera asimilando de manera constante y profunda, elementos socio-culturales diferentes, es innegable que lo que se realizaría un cambio profundo y su núcleo identitario acabaría disolviéndose hasta transformar a los Estados Unidos en otro nación diferente, quizá hasta sin continuidad con su caracterización histórica.

Dentro de estas reflexiones, no estoy tratando de llamar a adherir o condenar estas bases fundacionales, sino de reconocerlas, entre otras. Y con sus matices, han conservado su vigencia, incluso ensanchando Estados Unidos su "destino manifiesto" de árbitro mundial, que tuviera antes Inglaterra.
 Por más que la identidad no se deba concebir sin dinamicidad y capacidad de reinvención, no debe extrañar que si quedan suficientes personas que reclaman para sí ciertas preferencias étnicas y culturales, traten de defenderlas de aquellos que vean como AMENAZA a estas (sea que la amenaza sea real o tan solo una percepción).

Hoy en día cierto multiculturalismo utópicamente pretende promover la coexistencia y asimilación de culturas diferentes, todas en convivencia pacífica, como si esto realmente pudiera suceder con solo buena voluntad. Pero la historia misma se encarga de desmentirlo. Porque una cosa es buscar entendimiento y evitar conflictos innecesarios, pero otra distinta es la de obligar a mezclar y a aceptar todo lo diverso, como en la actualidad.
¿Cómo podría esto suceder, por ejemplo, con los inmigrantes musulmanes que postulan la implementación de la Sharia en sus países de acogida? ¿Cómo pretenden que se manejen políticas públicas con un pueblo dividido étnica y axiológicamente, entre otras divisiones más? Otro  ejemplo más cercano, la cuestión del aborto y la homosexualidad, no en cuanto a lo ideológico que tienen, sino a su tratamiento en el espectro público. ¿Pretenden los liberales que los que no lo son deban callar y tolerar la validación legal de estos temas? Y viceversa. Otros numerosos ejemplos lo que demuestran es que no tiene sostén un modelo pluralista cuando la axiología es muy desemejante. A fuerza, las antinomias provocaran conflictos...abiertos.
Por tanto, no extrañe que en USA y Europa se estén manifestando los que no aceptan modelos donde sus principios y valores quedan en la práctica ninguneados y destrozados. Más que buscar que se avale esto, lo que pretendo es visibilizar el problema y señalarlo. Esto no se arregla con meras decisiones bien o mal pensantes de élites políticas, y mucho menos, de los pretendidos intelectuales.vista gorda cuando quienes ganan no son los que nos caen mejor? Pésimas políticas sobre un mejor tratamiento del problema migratorio en USA y Europa, sumado a los malos modelos socio-económicos de los países de donde se migra, han permitido que el problema llegue a unas proporciones cuya complejidad demanda un tratan delicado pero lastimosamente no se puede postergar tomar medidas y por tanto, algunas se harán sin la delicadeza que se requeriría para evitar en lo posible afectar tanto a tantas personas. La cuestión es que no me parece correcto reducir la problemática a concentrada en su dimensión humanista. Hay otras también y sólo el equilibrio de darle atención a todas podría encauzar políticas mejores. No hacerlo así sería utópico, irrealista, sofista y peligroso, al punto de una potencial desestabilización y guerra Civil interna.

martes, 8 de noviembre de 2016

Las elecciones presidenciales en E.E.U.U. como ventana a la conflictividad axiológica en el occidente actual


Veo por allí reacciones de amargura, lamentación, despotrique, por la posibilidad de que gane Trump. No es de extrañar. Son de personas cuyo perfil moral, intelectual e intereses se ubican dentro del progresismo, el liberalismo, un humanitarismo utópico y cosillas así. Suelen ser algunos muy afanados en defender ciertas minorías, pero no se quieren enterar de otros principios y valores de cierta mayoría. Nosotros, que estamos en sus antípodas, jamás hemos pretendido ni pretenderemos neutralidad ni justificarnos con derechos humanos para privilegiar a unos y nulificar a otros.

Deberían concientizarse de que obviamente, no, no todos somos como ellos. Que si ellos enarbolan la bandera de la tolerancia, en realidad, no son tan tolerantes. Basta ver que no les es indiferente que ciertos principios y valores contrarios a los suyos SEAN DEFENDIDOS. Les parece algo increíble en el siglo XXI. Los que se atreven a no tomar sus ideales ni visión de mundo como la norma societal, son tenidos por idiotas y retrógadas. Pues bien, ya vamos viendo hasta dónde realmente llega su igualitarismo.

Nosotros, los que defendemos valores eternos, principios que no dependen de modas intelectuales ni de decisiones de la mayoría, no pretendemos sonreírle a todo el mundo ni quedar bien con un discurso políticamente correcto. Dios, Patria, nación, verdad, fe, identidad, orden, fidelidad, entre otros, son nuestros asideros.

No nos escandaliza reconocer como patologías colectivas como el no considerar asesinato el aborto, ni le llamamos eufemística y estúpidamente "interrupción del embarazo". Ni desconocemos como genocidio precisamente a los millones de fetos descuartizados inescrupulosamente. No nos da pena decirle "pecado que clama al cielo" el de ciertas minorías que prefiero no nombrar pero para el inteligente no es necesario que lo haga. En la actual civilización occidental, y en el sistema imperante, los medios, la "intelectualidad", los políticos bien pensantes, los ingenieros sociales y los poderosos en general, suelen ir tendiendo a paradigmatizar una cultura inmoral, antinatural en varios sentidos, disolutora de identidades de corte tradicional y cuyo vicio principal, origen de toda su nocividad, es la abierta oposición a reconocer a Dios, al que creen ridículamente reducirle su soberanía y poner en entredicho su existencia con escribirlo con "d" minúscula. Pretenden ser tan humanos, pero tristemente en su presunta apertura llegan en la práctica, precedida con una teoría endeble, a la deconstrucción de la ontología humana, la cual lindamente están dispuestos a negar.

En fin, no pueden tolerar ni mayorías ni minorías siempre y cuando éstas se les opongan. Nosotros, por nuestra parte, como no alardeamos de liberalismo ni tolerancia, somos más coherentes: poco nos importan los cartelitos que nos pongan, como “conservadores”, “dinosaurios”, “intolerantes”, “fachos”, “machos”, “trasnochados”, etc. Una etiqueta y peor, dolosa, no nos da ni nos quita nada. Nosotros, seamos mayoría o minoría, somos, existimos. Y nuestros mejores se encargan de  preservar los trascendentales del ser a los que nos aferramos, sin importarnos el grado de atrincheramiento al que nos quieran colocar.

No amamos ser disidentes por el mero hecho de diferir con nadie. No odiamos a nuestros opositores. Pero, tampoco estamos dispuestos a capitular. Que no tengamos ni los liderazgos que se ameritan ni el poder necesarios en esta hora de la humanidad, no implica que nos sean indiferentes quienes nos gobiernen. Y que no siempre estemos bien representados, tampoco significa que no seamos capaces de circunstancialmente apoyar a quienes en alguna medida resten al grado de nocividad que pueden traernos otras alternativas.

Estamos en la gradual ruptura de la poco feliz coexistencia pacífica entre visiones de mundo tan diferentes. Inevitablemente, habrá grandes conflictos de toda índole. La pluralidad sin asideros fuertes no pueden llevar a otra cosa sino a la división y la fragmentación. O se forja una unidad en la que Dios es el centro y fundamento, o en la que el hombre auto-emancipado se arroga el delirio de tratar de jugar a ser Dios. Tertium non datur.

miércoles, 12 de octubre de 2016

América: no es descubrimiento, sino INVENCIÓN

12 de octubre: ¿una fecha memorable, para celebrar y rendir homenajes, o un infausto histórico execrable, trágico, cuyo recuerdo más valdría olvidar, mejor aun, borrar, si posible fuera, para sanar las cicatrices colectivas? En honor a la verdad, las respuestas meramente humanas, son variadas, y dependerán de la cosmovisión e ideología que  se adopten alrededor de este magno acontecimiento, así como del sentido de pertenencia en el rumbo histórico  e identitario en que uno se engarce, y del que se sienta parte. Desde un sentido metafísico y teocéntrico de la historia, al que no ocultamos adherir, el Descubrimiento de América FUE UN EVENTO PROVIDENCIAL, por más que en apariencia meramente fáctica, se reconozca su punto de partida accidental: el hecho de tardarse décadas en reconocer que se había arribado a un continente nuevo, no a la India asiática, cuya nueva ruta de acceso marítimo se pretendía trazar.

Muchos habrían de lamentar, quizá a perpetuidad, como mala hora este “accidente” de la historia, deseando que jamás se hubiera producido. Podemos entender tal mentalidad y más aun, tal repertorio psicológico de anticuerpos a la dominación hispánica en lo que hoy conocemos como América. Y lo entendemos, porque se da, por lo general, precisamente, en aquellos que NO SE IDENTIFICAN CON ESPAÑA, EUROPA U OCCIDENTE, ni con lo que ello representa. Suponemos, que, al contrario, estas personas detentan una religión (o irreligión), lengua, cosmovisión,  costumbres, etnia y derroteros políticos ajenos a lo que el Imperio español trajo a América. Señálense entre ellas, a multitud de etnias indígenas, sea como comunidades o como individuos, que conservan y desean que se haga respetar su otredad, frente al imaginario e instituciones occidentales; también, cuéntense aquí , a los grupos y gente de cuño marxista y con tendencia a políticas que llaman de “liberación”, cuya inspiración siendo materialista, humanista y atea, aun si se consideraran creyentes adscritos a alguna fe religiosa, les distancia enormemente del espíritu ideológico y político de la España imperial. Finalmente, se hacen presentes como ajenos o contrarios a la hispanidad,  aquellos que, reconociendo su hibridación cultural y étnica,  afirman y retoman para sí su legado indígena de forma exclusiva y excluyente.

Nosotros, por el contrario,  aun reconociendo CON RESPETO Y HASTA ADMIRACIÓN el valor de nuestros ancestros indígenas y su cultura, sin embargo, RETOMAMOS CON ORGULLO LA HERENCIA ESPAÑOLA, que llevamos viva no solo en la sangre, sino en nuestro espíritu. Para quienes así reclamamos nuestra estirpe hispánica, el 12 de octubre, lejos de ser oprobioso, es UN MOTIVO DE FESTEJO, JÚBILO Y VENERACIÓN. Consideramos esta fecha, lejana en el Cronos, pero viva en el Eros metahistórico al que nos plegamos. Frente a los odios e incomprensiones que suscita esta efemérides, sea por constituir ecos de gritos dolientes  de identidades ancestrales cuya resonancia sigue viva, y que siendo así, logramos comprender, o más aun, proviniendo de desfiguraciones históricas e interpretaciones parciales en torno al balance del valor civilizatorio y los aportes negativos y positivos que ha legado España a América, nosotros AFIRMAMOS NUESTRO AMOR Y GRATITUD AL LEGADO HISPÁNICO Y NO AHORRAMOS OCASIÓN PARA DAR NUESTRO HUMILDE HOMENAJE A LA ESPAÑA IMPERIAL A LA QUE CONFESAMOS COMO MADRE PATRIA .

Ante todo, reconocemos en los conquistadores españoles a simples seres humanos: ni ángeles ni demonios. LEJOS DE NOSOTROS EL FABULAR LA HISTORIA CON LEYENDAS ROSAS O NEGRAS. Lo que no nos impele ni a la neutralidad, ni a borrar de nuestro juicio personal valoraciones de adhesión y afecto,  EN UNA MANERA GENERAL, A LA GRAN EMPRESA COLECTIVA, ESPIRITUAL, CULTURAL Y POLÍTICA EFECTUADA POR ESPAÑA. CREEMOS QUE QUIEN LOGRA CONSOLIDAR Y DEFINIR SU IDENTIDAD, QUIEN SABE QUIÉN ES, DE DÓNDE VIENE, ADÓNDE SE INCLINA Y QUÉ REPUDIA,  ES CAPAZ DE PODER APRECIAR EL VALOR DE SÍ MISMO, DE LOS OTROS, Y TAMBIÉN, DE RECONOCER TANTO SUS DEFECTOS COMO SUS VIRTUDES. Como bien dice Jacques Lafaye: “Hemos de considerar a los conquistadores como hombres en una situación histórica particular y NO COMO SUPERHOMBRES O BESTIAS” (1), y  en otra parte: “Todavía en nuestros días siguen vivas las controversias…entre los historiadores. La exaltación heroica de la Conquista, por una parte, y el anatema a los crímenes de sus autores, por otra, han señalado con una ambigüedad tenaz ESTE EPISODIO ÚNICO EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD”(2).

Lafaye nos brinda la clave histórica para justipreciar a los conquistadores: “Invirtamos los arcos de triunfo que les levantó la España imperial, recibamos CON PRUDENCIA las requisitorias  de los historiadores ingleses y hugonotes; instruyamos nosotros mismos el proceso DANDO LA PALABRA A LOS TESTIGOS: LOS CONQUISTADORES MISMOS EN SUS “RELACIONES” Y ESOS JUECES EXIGENTES QUE FUERON PARA ELLOS LOS “CONQUISTADORES ESPIRITUALES”, como se ha llamado a los MISIONEROS CATÓLICOS. Si la parcialidad de unos y otros no deja duda, TIENE EL MÉRITO DE INTRODUCIRNOS EN UN MUNDO ESPIRITUAL QUE SE NOS HA HECHO AJENO: EL DE LOS CONQUISTADORES. Sólo podremos comprenderlos desde el punto de vista de su época, y en función de la moral que fue suya podremos enjuiciar su actos”(3).

 Francisco Morales Padrón refuerza esta idea: “Pensamos y afirmamos siempre que nada mejor para conocer a aquellos hombres que sus hechos y la documentación. NADA DE INTERPRETACIONES MODERNAS…Los hombres que allí fueron (a América) NO ERAN UNA PANDILLA DE ASESINOS DESALMADOS; ERAN UNOS TIPOS HUMANOS QUE ACTUABAN AL INFLUJO DEL AMBIENTE DETERMINADO POR SU ÉPOCA, POR LAS CIRCUNSTANCIAS, POR EL ENEMIGO, POR SU PROPIO HORIZONTE HISTÓRICO. La conquista puso al rojo todas las virtudes y defectos de la raza” (4). Y con gran tino amplia: “Para acercarnos a la psicología del conquistador, hemos de huir de la vida muelle de nuestro estadio cultural y ABANDONAR LOS PREJUICIOS Y CRITERIOS DEL TIEMPO ACTUAL. La experiencia de sus vidas hay que juzgarla de acuerdo con los cánones de su época y metiéndonos en sus circunstancias. Arrogantes, rapaces, turbulentos, implacables y crueles han sido para una legión de historiadores que han sentado cátedra sobre ellos. Santos, para otros. HUBO DE TODO, y lo que maravilla es que, a la distancia que actuaron y dentro del medio en que lo hicieron, NO SE HUBIESEN COMPORTADO MÁS DESPÓTICA Y ANÁRQUICAMENTE”(5).

Hecho este recordatorio que apela a un sano juicio histórico, que consideramos que vale la pena retomarse, diremos que América, más que ser descubierta, FUE INVENTADA, y no por obra anónima, sino por la ORIENTACIÓN Y LABOR DEL INGENIO ESPAÑOL. Ciertamente, este continente llevaba milenios de estar habitado por diversidad de pueblos con distinto tipo de organizaciones sociales y culturas. De modo que “descubrimiento” implica un término etnocentrista europeo, puesto que las tierras americanas ya eran conocidas por una pléyade de comunidades humanas. Pero admitimos que este mismo problema de limitación semántica o conceptual, al usar ciertos términos, se puede encontrar en otros conceptos, como el de indios, indígenas, nativos o pueblos originarios, al hacer referencia a los habitantes de América que vivían allí desde siglos atrás antes de la llegada de los europeos.

Reconocemos la subjetividad y orientación que implica “descubrimiento de América”, y que es un término superable o refutable. No obstante, una vez reconocido su connotación etnocentrista, acusamos de lo mismo, y señalamos también que no está exento de  parcialidad  usar el término de “pueblos originarios”, puesto que si se toman en cuenta las diferentes teorías del poblamiento de América, la mayoría (y las más aceptadas) afirman que las poblaciones americanas preeuropeas descienden de migraciones principalmente asiáticas. En un sentido estricto, por tanto, no podemos decir otra cosa sino que los precolombinos SÍ QUE TENÍAN MILES DE AÑOS DE VIVIR Y DESARROLLARSE EN AMÉRICA, PERO SU ORIGEN NO ES AMERICANO. A menos, claro, que adhiramos a la tesis de Ameghino, que hace de América el origen de las poblaciones americanas, lo que se desmiente analizando el feno y genotipo mongoloide de la mayoría de indígenas en nuestro continente. El uso del término “pueblos originarios”, por tanto, así como el de “descubrimiento”, es fácil de entender, pero, en el fondo, inexacto y parcial.

Además, los llamados “descubridores” europeos, para el caso, los españoles, no encontraron una región continental CON UNA POLÍTICA, SOCIEDAD, CIVILIZACIÓN, LENGUA Y RELIGIÓN UNIFICADA. NO SE PUEDE HABLAR MÁS QUE ACOMODATICIAMENTE DE AMÉRICA, ANTES QUE ESTE CONTINENTE, MÁS ALLÁ DE SU UNIDAD TERRITORIAL, O PROXIMIDAD GEOGRÁFICA, CONFORMARA UNA UNIDAD HISTÓRICA Y DE CIVILIZACIÓN, FRUTO DE LA HIBRIDACIÓN DE SUS ELEMENTOS CON LOS EUROPEOS, PERO BAJO LA HEGEMONÍA OCCIDENTAL, EN ESPECIAL, AL HABLAR DE HISPANOAMÉRICA, BAJO LA RÚBRICA ESPAÑOLA.

De esta unidad en la diversidad que llamamos América, particularmente, de Hispanoamérica, y su nexo INDISOLUBRE E IRRVERSIBLE CON EL IMPERIO ESPAÑOL cuyo perpetuo legado es LA HISPANIDAD, nos sentimos  dichosos herederos, y por eso celebramos el 12 de octubre más que como descubrimiento de América, como PRINCIPIO DE LA CONFORMACIÓN DE HISPANOAMÉRICA Y EXALTACIÓN DE LA HISPANIDAD COMO ESTILO DE EXISTENCIA. De la empresa conquistadora y el legado español, su sentido, semblanza de los conquistadores y características de la Hispanidad, hablaremos en otras ocasiones.
NOTAS:
(1)    Jacques Lafaye. “Los Conquistadores. Figuras y escrituras”, pág. 15.
(2)    Ibíd., pág. 13.
(3)    Ibíd., pp. 15-16.
(4)    Francisco Morales Padrón. “Historia del Descubrimiento y Conquista de América”, pág. 310.
(5)    Ibíd., pp. 310-313.
BIBLIOGRAFÍA:
LAFAYE, Jacques. “Los Conquistadores. Figuras y escrituras”. 2a Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1999.
MORALES PADRÓN, Francisco. “Historia del Descubrimiento y Conquista de América”. 5a Ed. Gredos. Madrid. 1990.

sábado, 8 de octubre de 2016

Diversidad cultural vs Multiculturalismo

Hablar de culturas diversas es constatar la realidad. Es reconocer el potencial de la riqueza y multiplicidad de las sociedades como forjadoras de cultura. Es admitir que existen elementos de valor en culturas ajenas a la propia, pero también, aspectos que consideramos no solo ajenos, sino además, negativos y que es al menos cuestionable, quererlos asimilar. De la misma manera, sabemos que nosotros mismos también contamos con elementos negativos en nuestro repertorio cultural y si somos gente de bien, no querremos tampoco exportarlos a otros colectivos.  En la diversidad cultural, asumimos la alteridad, la otredad y aprendemos a desarrollar diferentes formas de relación entre los diferentes grupos humanos. Todo esto es intrínseco en la naturaleza humana y fruto de procesos históricos, cambios ambientales y genéticos. 

 Multiculturalismo, por otra parte, es un paradigma posmoderno artificioso que pretende forzar  la interacción de la diversidad cultural, diluyendo así en muchos casos y con una constatación no siempre inmediata, los núcleos fuertes identitarios de las sociedades que acogen con este paradigma a comunidades con cultura que presentan fuertes puntos diferentes a la suya. Detrás de esta ideología subyacen a pesar de la buena voluntad de muchos de sus adherentes, intereses oscuros de élites que conscientemente buscan desmantelar los últimos bastiones de tradición auténtica, identidades fuertes y herencia en sus distintas manifestaciones que aún subsisten a pesar del embate revolucionario ejercido desde la modernidad.

Tras una aparente voluntad de unión y acercamiento, se esconde un pensamiento que tiende a la estandarización y homogenización. Se pretende que con una educación en la tolerancia y valoración del otro, se evitarán los conflictos que pueden darse debido al choque o incompatibilidad de creencias, actitudes y valores diferentes. Sin embargo, en la realidad suele mostrarse otro escenario. Porque de existir principios, valores, ideas y costumbres muy desemejantes y personas dispuestas a defenderlos, necesariamente habrán problemas. Es por eso que los ingenieros sociales promotores de un orden mundial globalizado trabajan en la deconstrucción de esos núcleos fuertes identitarios en las diferentes culturas, tratando de imponer valores alternativos con visos de universalidad. Valores e ideas suaves, relativistas, liberales, agnosticistas, bajo el eje de la tolerancia, que no se propone como la civilizada permisión paciente y temporal de un mal en vistas a un bien superior, sino más bien, se pretende imponer como la carta de ciudadana e inclusión de todo tipo de axiología ajena a la propia o a la de la mayoría en una sociedad, aun si es diametral y directamente contraria.

Diferentes tipos de sociedad en distintas épocas en la historia han conocido la diversidad cultural y reconociéndola, algunas veces de mejor forma que otras, han sabido guardar un equilibrio en que la convivencia con lo diverso no ha representado un problema grave. Considero que parte de ello se ha debido al verdadero respeto y conciencia identitaria. Cada grupo humano se ponía frente a frente, sabía quién era y con quién interactuaba. Con quienes quería lazos más estrechos y con quienes prefería evitarlos. Es decir, los pueblos podían decidir sus amistades y enemistades. Qué querían ser y hacia dónde ir. Qué principios custodiar y cuáles rechazar. Con el multiculturalismo cual lo entienden y aplican muchos de las élites mundiales, el acercamiento cultural no se busca desarrollarlo así, no solo en coexistencia y reglas consensuadas de vecindad, sino en amalgamamiento con diferentes aspectos como el ideológico, religioso y étnico. 

No es extraño entonces que surjan voces preocupadas y disidentes en distintas comunidades humanas, preocupadas por su porvenir como pueblo y comunidad. Implícitamente (y a veces de forma manifiesta), se les está tratando de hacer ver que aferrarse a sus tradiciones y manera de pensar o actuar, es quedarse fuera del "progreso" y de la "ciudadanía global". Una obsolescencia inaceptable.
La condición para "tolerar" estas "manías" dinosáuricas, es que se acepte la validez INTRÍNSECA de la otredad, aunque no se obligue a adherirla. Que no se cuestione su presencia y licitud en la sociedad, por más que toque fibras identitarias y axiológicas sensibles de la mayoría de la población, y aunque esto haya sido así por siglos enteros.

Este pensamiento mundialista disfrazado de democrático, se va imponiendo en los gobiernos, a través de organismos supraestatales, centros de educación, ONG's, etc. Y de él se valen en realidad, minorías con objetivos particulares, con frecuencia ajenos a la idiosincrasia popular.

Frente a esta acción política deconstruccionista y revolucionaria, es necesario promover todo aquello que redunde en el fortalecimiento de la soberanía nacional, de la libertad e independencia reales de los pueblos y en su capacidad para decidir su configuración cultural con una conciencia lo más clara posible de quiénes son, quiénes quieren ser y qué destino histórico quieren forjar,  no por vía de manipulaciones mediáticas e ideológicas.

lunes, 1 de agosto de 2016

Pedro Varela, democracia y la persecución selectiva del pensamiento disidente

Vivimos bajo una era dominada por el paradigma democrático. Democracia ha venido a identificarse en el imaginario y en el discurso estándar con "gobierno" o "política". La asimilación a nivel popular de que es el modelo "non plus ultra", se corrobora cuando en ocasiones surgen voces críticas o discordantes con sus presupuestos, formas, o entramado de canalización política. Inmediatamente tal criticismo se presenta de forma seria y analítica, las reacciones suelen ser de apología apasionada, descalificación con frecuencia ad hóminem a quien se atreve a cuestionar el statu quo e incluso, la penalización, con sanciones morales, económicas o cárcel a quienes se atreven a cuestionar dogmas caros a las élites encargadas de promover y sostener el sistema al que llaman "democrático".

Es curioso cómo los ideales democráticos de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", de pretendida universalidad, en realidad, bajo el sistema imperante en occidente, de raíces ideológicas revolucionarias, se aplican de forma selectiva. Porque en la práctica, ni todos somos tratados como iguales, ni tampoco somos libres de sostener pública ni activamente cualquier tipo de pensamiento,  ni tenemos la hipocresía de pretendernos "hermanos", cuando no tenemos la misma paternidad ni en el orden ideológico ni axiológico ni espiritual. Se crearon leyes liberales para garantizar la concreción de estos principios, teniendo además, fundamentos socio-políticos con fuerte componente filosófico, en que prima lo cuantitativo sobre lo cualitativo. Se buscaba un difícil equilibrio entre la primacía de la voluntad de la mayoría y a la vez, la libertad y representación plural de diversos sectores y agentes sociales.

Pero, más allá de las críticas que merezca la democracia, entendida tanto como forma de elección y representación política, como el fundamento cosmovisivo orientador del ethos y pathos social, históricamente, bajo la modernidad y la posmodernidad, la democracia de cuño liberal no ha sido sino un espejismo artificioso. La apariencia externa, las instituciones, las elecciones, la conformación de partidos políticos, el acceso a una diversidad de ofertas culturales, políticas e ideológicas, permiten a las masas creer que son ellas las que tienen el poder y que están bien representadas, cuando, yendo más en lo profundo del sistema, se descubre que al final, siempre son élites las que terminan decidiendo el rumbo de las naciones, así como son ellas las que dictan los límites de la libertad, quiénes han de ser premiados o castigados moralmente. Para ello, se sirven, precisamente, de cúpulas dentro de los partidos políticos, círculos intelectuales enquistados en universidades y centros educativos o de difusión cultural, así como de líderes religiosos, de opinión, medios de comunicación y en general, de toda instancia que les pueda servir de eco y promoción de sus ideas e intereses, que con frecuencia, no necesariamente coinciden (al menos íntegramente) con los de las instituciones a las que pertenecen.

Es verdad que por su naturaleza liberal, la democracia contemporánea abre un espacio bastante extenso a distintas formas de pensamiento. Pero, dado que esta democracia existe no solo como forma externa, instrumental, de elección y representación, sino además, como una especie de por así decirlo, "religión" o establecimiento ideológico-moral, hasta cierto punto, es previsible que sus apologistas y los que le dan vigencia, se sientan en la necesidad de criticar, señalar, reprimir, combatir o hasta eliminar, a quienes sean identificados por ellos como amenaza seria al sistema. Y tales amenazas pueden detectarse atacando a sus ideales, objetivos, estructura o fundamentos mismos.

Pero, vale la pena señalarlo, el celo democrático, no sin cierta coherencia interna con su auto-preservación, tiene su pericia al punto de desplegar su fuerza coercitiva no solo cuando se considera atacado el sistema en sus bases, sino incluso cuando se ponen en duda o no se aceptan a rajatabla, las narrativas con visos de metarrelatos históricos, que inculca de forma dogmática (dogmas laicos, pero dogmas, al fin y al cabo) en el imaginario colectivo. No se permite el cuestionamiento, el matiz, la revisión, so pena de poner en riesgo la modelación del pensamiento y los intereses que defienden las élites semiocultas que gobiernan a los gobernantes.

Una hoz y martillo son permitidas. Se estampan en camisetas, libros, boinas, etc. Y no importa que hayan muerto alrededor de 100 millones de personas por quienes mostraban su "respeto" a dicha simbología y su ideología asociada. Sus adeptos no pocas veces incluso en organizaciones oficialmente reconocidas por los gobiernos se proclaman ufanamente como "revolucionarios" o "antisistema", sin que los verdugos democráticos les caigan encima con sus hachas justicieras. Cientos de miles murieron o sufrieron estragos por las bombas norteamericanas en Hiroshima y Nagasaki, pero ignoro que existan organizaciones que les estén pidiendo indemnizaciones millonarias a los gringos o que cada año produzcan películas y documentales sobre este espantoso evento. Pero, si se tiene la "desgracia" de ser fascista, nacionalsocialista, monárquico, católico tradicional o en general, una persona con principios y valores tradicionales dispuesta a defenderlos de veras, entonces la intolerancia de los tolerantes se detona rabiosa e inmisericorde. Y menciono a estos grupos, no porque los considere con igual valor, sino, porque somos los que estamos en las mira de enemigos comunes y además, compartimos no pocos ideales e intereses.

En julio de este año, por cuarta vez, el historiador revisionista español, Don Pedro Varela Geiss, fue detenido, su domicilio fue registrado por la policía, tras derrumbar la entrada, estando él ausente, sus secretarias arrestadas y su Librería Europa, precintada, decomisándosele más de 15.000 libros y equipos informáticos. Pasó unos días detenido y tuvo que pagar, con la ayuda de un benefactor, 30.000 euros como fianza para no ir a prisión ¿Su delito? Hacerse cargo de la edición y venta de libros, entre los que existen algunos que tratan sobre el revisionismo histórico, política y pensamiento de vías nacionalistas. Es indiscutible que este tipo de literatura hace un diagnóstico socio-cultural en que salen a la luz muchos aspectos que vulneran la pretendida impecabilidad y corrección tanto del sistema en su conjunto, como el de sus peculiares interpretaciones históricas. El material que brinda la Librería Europa, de la cual Varela es propietario, más allá de si se acabe coincidiendo total o solo parcialmente con sus contenidos, en realidad, visto desde una perspectiva que toma en cuenta las reglas del juego en democracia, tan solo constituiría la existencia de una alternativa, un espacio, dentro de la pluralidad.

La democracia liberal blasona laicismo, relativismo y agnosticismo. Sus defensores intelectuales la conciben como una forma racional y civilizada de gobierno. El ágora del debate, por antonomasia. Sin embargo, en casos como el de Varela, es decir, cuando detectan alguien que de forma decidida, activa y pública, se atreve a negar la validez de algunos de sus fundamentos o principios, o fomenta la revisión de sus dogmas, las reglas  ordinarias del juego se suspenden y las élites hacen acopio de otras normas de orden superior, según su punto de vista y conveniencia. Quien normalmente debería ser visto como otro socio más dentro de la sociedad democrática, como un contrincante con quien se pudiera discutir, con su propio espacio y libertad de expresión, se convierte en un enemigo a contener, neutralizar o aniquilar, si fuera necesario. Y es que, recuérdese que antes de llegarse a la muerte, existen otras formas sutiles (o no tanto) de ir aniquilando a una persona. La persecución, la difamación, las querellas, el ostracismo, el irrespeto a su dignidad o a sus identidades, pertenencias, proyectos, seres queridos, la división, la coerción, el despliegue de gente que se le ponga en contra, insultando, burlándose, poniéndole trabas, el agotamiento y así tantas otras posibilidades de afectarle, pueden ir acabando con la moral, la estabilidad intelectual, emocional e incluso, con la vida de quien se enfrente de forma constante a estos escollos.

He escuchado varias conferencias de Don Pedro Varela. No ignoro su ideología política. No la comparto, pero también me atrevo a reconocerle aspectos positivos y aciertos a concreciones históricas de dicha ideología. Con todo, debo decir que más que promocionar a un partido o movimiento político específico  reduccionistamente, a Don Pedro lo que le he escuchado con delectación y admiración por su elocuencia, es la divulgación de principios y valores occidentales tradicionales. Liderazgo, amor a la propia identidad, respeto a las ajenas, defensa de la vida, valoración de la belleza en el arte, cultivo del espíritu de compromiso con los grandes ideales, asumir el sacrificio, no aceptar la decadencia, luchar por causas justas, buscar la superación personal, estudiar nuestra historia e incentivar nuestro intelecto. Esto y más, son contenidos constantes en sus discursos.

El talante del líder abnegado, del católico sincero, del divulgador comprometido, del revisionista serio, que nos demuestra de Don Pedro, a mi juicio, cubre con creces los yerros o las cuestiones con las que no logremos coincidir. ¡Cuán lejos, a Dios gracias, del espíritu muelle, hipócrita, pragmático, utilitarista, cobarde, minimalista, burgués, pagado de sí mismo, oportunista, maquiavélico, imbuido de falsos respetos humanos, sofístico, que encontramos en tantos pensadores y políticos que por más extravagancias, mentiras, errores y doctrinas perniciosas que defiendan, no solo no son acosados ni sancionados por la policía del pensamiento del sistema, sino a veces, se les congratula y brinda posiciones privilegiadas!

Desde el Pulgarcito de América, como hijo de la España eterna, hago público reconocimiento de este luchador, quien a pesar de sufrir tantos problemas y persecución, se mantiene en pie, con entereza y dignidad. Estamos en horas de tinieblas y ocaso civilizatorio. Don Pedro Varela es de los profetas que denuncia los males de nuestra época, pero asimismo, invita a vivir, con sus palabras y ejemplo, en la fidelidad a las causas nobles. Nuestra consigna actual es resistir. Aun sabiendo que fuera de una intervención divina, no vamos a ganar. El ejemplo de Varela nos sirva de ejemplo y acicate. Elevemos plegarias para que se mantenga firme e incluso, crezca en conocimiento de la verdad y en la gracia de Dios, con la fuerza necesaria para no cejar nunca aún con el costo de su vida. Pidámoslo también para nosotros mismos.

















domingo, 13 de marzo de 2016

Apuntes sobre el Concordato entre la Santa Sede y el III Reich. Pacelli, Von Galen y Von Faulhaber. I. Introducción

Mucho se ha escrito sobre casi cualquier tema y por casi cualquier persona. Vivimos en la era del opinionismo (en grado agudo) y la democratización de las comunicaciones. Basta saber escribir (aún con horrores ortográficos y gramaticales) o hablar (aunque se tartamudee, o se abuse de muletillas) y contar con un espacio (sobre todo el virtual) para desplegar desde simples opiniones surgidas de impresiones superficiales y sin revisarlas con mayor profundidad, hasta verdaderos análisis ponderados, fundamentados y hasta académicos, pasando por discursos o mensajes cortos pero expresados con gran contundencia y suficiencia intelectual (o con apariencia de ello). 

Personalmente, no estoy en contra del compartimiento de opiniones o saberes a gran escala, como si por masivo fuera malo. Ni siquiera considero que los medios deberían ser usados solo por personas con mayores cualidades intelectuales o discursivas, pues lo que se comunica es variado, tanto temática como cualitativamente hablando. Pero lo que sí sostengo, es que ante esta tendencia de estar opinando todos de todo, al menos intentemos guardar conciencia de que entre más relevantes sean los contenidos que presentemos y con mayor razón, si tratan sobre cuestiones que tocan nuestras identidades, más cautos y responsables debemos ser a la hora de afirmar, definir o criticar tales contenidos.

Convengamos en que existen temáticas controversiales, sea por su misma naturaleza, sea porque despiertan variadas pasiones y aprehensiones entre distintas personas y grupos, sea porque se ligan a la historia, y por tanto, a la validación, publicidad o refutación de fuentes y hechos, así como de interpretaciones sobre los mismos.  Una vez que se tiene conciencia de la complejidad en abordar un tema en particular, me parece necesario evitar perder cierto grado de distanciamiento respecto a lo que estudiamos o de lo que hablamos, en el sentido de no pretender que su realidad se amolde a nuestras ideas, sino al revés, que nosotros mismos tratemos de que lo que sostenemos corresponda a la realidad misma. Por ello, aunque admisible, dependiendo de nuestra intención mediática, público y tipo de mensaje, el uso de la aseveración categórica o de la nulificación de argumentos en contra por tan solo vía de negación sin previa argumentación, así como el uso retórico del desdén, el desprecio y otros aspectos negativos de personajes históricos, con la agravante que son caros a nuestro público y supuestamente a nosotros mismos, no son recursos que contribuyan ni al fondo  ni a la forma de nuestro discurso.

Partiendo, además, de la conciencia de que ante un tema controversial o que demanda estudio serio, no podemos sino dar aportes limitados y revisables, podríamos así evitar adoptar actitudes impropias y sesgadas que pudieran incluso restarle verosimilitud a lo que expresamos, por más que fuera verdadero y verificable lo que sostenemos. 

Dicho lo anterior, daremos comienzo a la presentación del tema que nos ocupa: el Concordato entre la Santa Sede y el III Reich, que  los que medianamente lo conocen, comprenderán su complejidad. Este árticulo, precisamente, en consonancia con su título, tan solo brindará apuntes, basados en la obra "Un obispo contra Hitler", de Stefania Falasca, libro al que remitiremos constantemente al lector y del que haremos algunas citas que consideramos ilustrativas al caso que nos ocupa. No se espere, por tanto, un ensayo logrado sobre el tema, ni tampoco un artículo donde se ventilen las diferentes posiciones y fuentes importantes contrastadas, lo que desde un punto de vista académico, es de rigor si se pretende elaborar una investigación histórica. Tan solo, utilizo la obra mencionada como base para tocar algunos aspectos y personajes, utilizando lo expuesto apenas como referencia y puerta de entrada para ulteriores estudios, a quienes les interese. 
Asimismo, espero que con lo citado, pueda brindarse una aproximación tanto al contexto histórico que sirve de marco al Concordato, como hacia las figuras de los jerarcas católicos Pacelli, Von Galen y Von Faulhaber, que, a mi juicio particular, han recibido críticas duras que demuestran una falta de conocimiento del protagonismo activo de estos prelados, así como falta de comprensión de los avatares socio-históricos que les sirvieron de escenario. 
Visibilizadas estas limitaciones y objetivos, empezaré a desarrollar el tema en una siguiente entrega. 

Roberto López-Geissmann h.

Bibliografía:
-Falasca, Stefania. (2008). Un obispo contra Hitler. El beato Von Galen y la resistencia al nazismo. 1ª Ed. Madrid.:Ediciones Palabra, S.A.