Un día como hoy hace 82 años, (18 de julio de 1936 ) se realizó en
España lo que dependiendo del prisma ideológico con que se le vea, se le
llamará Alzamiento Nacional, para algunos; Sublevación o Golpe de Estado de
1936, para otros. Mucho se ha escrito, a favor o en contra de este
acontecimiento. Para ser francos (valga este aquí y ahora muy graciosamente
oportuno adjetivo), más en contra, abundantemente más en contra que a favor. La
crítica o hasta condena puede hallarse fácilmente no solo en personas y grupos
de izquierdas, sino incluso en varios derechistas con tendencia al pragmatismo,
la contemporización y el olvido histórico. Víctimas, al fin y al cabo, de una
historiografía hegemónica que bajo ropajes de academia mal esconde una visión
parcializada acerca de la II República, el bando republicano, el bando
nacional, la figura del General Francisco Franco y su régimen, entre otros tópicos
asociados.
Me parece importante, además de apelar a la apertura de un juicio
histórico capaz de evaluar los hechos desde las perspectiva de las circunstancias
en que se desarrolló la Guerra Civil Española, y por supuesto, también desde el
prisma ideológico y axiológico con que cada uno vea los acontecimientos, que no
se olvide que la reacción de oposición por vía de la lucha armada a la II República
por parte del Bando Nacional no es justo verla como si se tratara de una
voluntad de imposición política a la fuerza de partidos de derechas en España,
cuando existe abundante documentación y
testimonios que, aparte de existir una aguda crisis institucional y
política en los años previos, en la que el orden no se estaba garantizando, la magnitud de la conflictividad y
desencuentros entre los diferentes agentes políticos y sociales fue tal que se
llegó a la acusación de fraudes electorales contra el Frente Popular, al cerco
político de algunas fuerzas y personajes de derechas, sin olvidar la quema de
iglesias, un ambiente anticlerical y anticatólico, y el asesinato de políticos
de derechas como Calvo Sotelo y de religiosos, como muestra del abuso de fuerza
e intolerancia por parte de sectores extremistas de izquierda.
Por mucho que para algunos la II
República (1931-1939) pretendiera representar la apuesta por la democracia
frente a los resabios del Antiguo Régimen en España, y que por consiguiente,
pudiera y hasta tuviera que haber sido defendida tanto por las derechas como
por las izquierdas con visión pluralista, no obstante, en la práctica se
demostró ser un proyecto dominado por la extrema izquierda, con tolerancia o
incluso favorecimiento hacia el separatismo, laicista radical, antirreligioso y
con visible afán de proscribir por vía ideológica y hasta por ley los valores e
identidades tradicionales. No extrañe que siendo así, se hayan unido al Bando
Nacional, no solamente grupos monárquicos y fascistas, con los que se le suele
asociar de forma exclusiva, sino también derechistas democráticos, pero
defensores o respetuosos del orden, la unidad de España, el respeto a la
propiedad privada, la religión y valores tradicionales.
Sabemos que al final, terminó el 1 de abril de 1939 ganando el Bando
Nacional o Sublevado (integrado por la Comunión Tradicionalista, Falange
Española de las JONS, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA),
Renovación Española y Partido Nacionalista Español, como sus principales
fuerzas políticas) al Bando Republicano o frentepopulista (Izquierda
Republicana o Unión Republicana), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE),
el Partido Comunista de España (PCE), el Partido Obrero de Unificación Marxista
(POUM), el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Esquerra Republicana de Catalunya
(ERC) ). Pero no puede dejar de reflexionarse que, con las limitaciones y
errores que pudo haber en el Bando Nacional, cabe pensar que aparte de la
cuestión estratégica militar y la ayuda que pudo haber conseguido (ayuda que
tampoco le faltó a los republicanos, y mayor, tanto de la Unión Soviética como
de las democracias liberales), su victoria se debió también por la fidelidad y
confianza que demostraron respecto al reconocimiento de la realidad del Espíritu
y la trascendencia, frente al materialismo y naturalismo del bando contrario.
Pésele a quien le pese, pero España fue de los pocos lugares en que los
rojos fueron vencidos. Mal les puede sentar a quienes cantan conscientemente y
sin actitud vergonzante, la letra de la
Marcha del partido salvadoreño ARENA, donde en una parte se dice: “El Salvador
será la tumba donde los rojos terminarán, salvándose aquí América, nuestra
América inmortal”. Digo que mal les sienta, porque en realidad, lejos de ser su
tumba el Pulgarcito de América, fue donde se negoció con ellos y se
disolvieron, que no reformaron, cuerpos de seguridad, dándosele a la izquierda
guerrillera cuotas de poder político, sin participar en elecciones. ¡Vaya sarcasmo!
Si en mi país, El Salvador, las derechas no reencuentran su identidad
ideológica y principios, dejándose por el contrario doblegar por la presión de
la ingeniería social mundialista, traicionando así a sus fundadores y a las
convicciones de la mayoría de sus partidarios; si no se reforman, purgando de
puestos de poder a oportunistas, corruptos e ineptos y abogando por que prime
la ética en el ejercicio del desempeño de los funcionarios en la cosa pública y
en sus partidos; si no usan la inteligencia y la valentía para vencer lo “políticamente
correcto” y llamar pan al pan y vino al vino, a pesar de que se salga del
discurso “bien pensante”; si no se hacen responsables de sus errores y
enderezan rumbo, intentando convincentemente recuperar la confianza y
credibilidad defraudadas, entonces, no sorprenda que no sea solamente la
izquierda en general la que continúe gobernando el país, sino que sea una de
corte populista, intolerante, que insulta y amenaza a sus opositores, que no escatima con advertir cque puede llevar
la agresión a las calles si no se hacen las cosas como a ellos les place, la
que acabe ganando las elecciones en 2019, sea de la mano del actual partido en
el gobierno, sea con el demagogo maquiavélico peligrosamente bien ubicado en y
dominando las redes sociales, pero infeliz aunque comprensiblemente, con
popularidad también fuera de ellas.
El Salvador está lejos aún de la crisis política de su vecina hermana
nación nicaragüense. Tampoco se puede comparar su situación actual con la que
precedió al Alzamiento Nacional. Pero sí existe efervescencia, intolerancia, un
ambiente de odios y revanchismo, la mentira y manipulación utilizadas como
moneda corrientes por todos, pero de manera especial por medios afines al
maquiavelismo populista, instituciones desprestigiadas y fricciones entre el
ejecutivo con el judicial, diputados indolentes y que no escarmientan de sus
errores e imprudencias, por más vituperados que estén por la mayoría de
ciudadanos. Partidos desgastados, impopulares, fomentando o permitiendo
corrientes en contradicción a los principios de la mayoría de sus bases. El
panorama es preocupante y precisa que se reaccione a la altura de las
circunstancias.
Dejo a la consideración de los lectores extractos de algunos párrafos del
Mensaje del General Francisco Franco en el día del Alzamiento Nacional. De no ser
españoles, cambien allí donde diga “España”, o “españoles”, su propio país de
origen y gentilicio. Adapten si lo encuentran posible y adecuado, el mensaje al
contexto en donde viven. No se limiten a la letra del texto que habla de una
lucha armada y consideren que se puede retomar como lucha ideológica, política
o cultural. Pongan allí donde se mencionan a quienes Franco consideraba
enemigos y problemas concretos de España en su época, a los propios que tengan
ustedes aquí y ahora. Hecho todo esto: ¿no estarían dispuestos a asumir el espíritu
de este texto y levantarse decididamente a proteger con todos los medios
legítimos posibles a su propia patria, de aquellas ideas y personas que ponen
en peligro la institucionalidad, la ley natural, el orden público, la economía,
la veracidad en los medios de comunicación, el respeto y libertad de disenso?
He aquí las palabras de Franco. Sea para nosotros motivos de reflexión
e insuflo de fuerza para nuestra propia lucha:
"¡Españoles!
A cuantos sentís el santo nombre de España, a los que en las filas del Ejército
y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la patria, a cuantos
jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a
su defensa.
La Constitución,
por todos suspendida y vulnerada, sufre un eclipse total: ni igualdad ante la
ley; ni libertad, aherrojada por la tiranía; ni fraternidad, cuando el odio y
el crimen han sustituido el mutuo respeto; ni unidad de la Patria, amenazada
por el desgarramiento territorial, más que por regionalismos que los Poderes fomentan;
ni integridad ni defensa de nuestra frontera, cuando en el corazón de España se
escuchan las emisoras extranjeras anunciar la destrucción y reparto de nuestro
suelo. La Magistratura,
cuya independencia garantiza la Constitución, sufre igualmente persecuciones
y los más duros ataques a su independencia. Pactos electorales, hechos a, costa
de la integridad de la propia Patria, unidos a los asaltos a Gobiernos civiles
y cajas fuertes para falsear las actas formaron la máscara de legalidad que nos
presidía.
Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas,
engañadas y explotadas por los agentes soviéticos, se ocultan las
sangrientas realidades de aquel régimen que sacrificó para su existencia 25
millones de personas, se unen la molicie y negligencia de autoridades de todas
clases que, amparadas en un Poder claudicante, carecen de autoridad y
prestigio para imponer el orden en el imperio de la libertad y de la justicia.
¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo? ¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia?
¡Eso, no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla".
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